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]]>Estos desafíos nos enfrentarán a una realidad incómoda, la de avanzar en nuestro camino vital y aumentar nuestra zona de costumbre, tomando nuevos senderos inexplorados.
Ante esta situación tendremos tres posibles actitudes: avanzar, permanecer inmóviles o retroceder. En la mayoría de las ocasiones tomaremos las tres opciones y con el tiempo una de ellas será la que domine nuestro comportamiento habitual y en consecuencia obtendremos un resultado. Con ello estaremos dando una valiosa información a las personas que nos observen y podrán intuir y predecir cuál será nuestro comportamiento con bastante exactitud
Mi propia experiencia y la observación que he realizado a lo largo de los años en cientos de personas me han permitido identificar Las siete excusas principales que impiden conseguir esos objetivos marcados y paralizar el éxito personal o profesional.
Evidentemente podríamos encontrar miles de excusas, casi tantas como personas que se excusan.
Me permito resumir las que considero son las siete principales excusas que he identificado más asiduamente y en las que seguro podrás encuadrar algunas de las excusas que te has dado a ti mismo para no hacer lo que te habías propuesto.
No existe una diferenciación entre objetivos personales o profesionales, a la hora de darnos excusas paralizantes nuestro cerebro no entiende la diferencia de nuestra faceta laboral o personal.
Todas las excusas tienen presente en menor o mayor medida el miedo, pero el miedo no es una excusa por sí misma, sino que se alimenta, encubre y enmascara de otras circunstancias, creencias o suposiciones que lo incrementan y fortalecen.
Podemos indicar que el miedo, mientras no nos paralice, no es necesariamente una excusa o incluso en muchos casos puede ser un detonante y un aliado que nos ayude a conseguir los objetivos deseados.
Primera excusa :No tengo tiempo
Es la excusa más utilizada por la mayoría de nosotros, es fácil de justificar, todo el mundo la comprende y puede sentirse identificado. Una vez expuesta se cierra la conversación de una manera definitiva, tanto interna como externamente y refuerza nuestro comportamiento para el futuro y nos exime de culpa. La culpa es del tiempo…
Segunda excusa: No tengo dinero
Dependiendo de la cantidad económica y de su posible realidad esta excusa igualmente está muy extendida y sirve para justificar nuestra inacción. Es decir, preferimos gastar nuestro dinero en otras cosas que invertirlo en algo que nos produzca un retorno de la inversión mayor que lo aportado inicialmente.
Tercera Excusa: No sé lo que quiero
Aunque denota debilidad y duda, solemos dar esta excusa con relativa frecuencia, al menos no cierra la conversación, pero puede aumentar nuestras dudas de cara al futuro y paralizarnos permanentemente. Ten presente que la debilidad y la duda se contagian y pueden convertirse de manera sutil en parte de nuestra marca personal.
Cuarta Excusa: No lo necesito
Muy recurrente, esto no lo necesito o ya me lo sé, etc. Denota superioridad y soberbia que encubre inseguridad, falta de coraje o un Ego elevado. O un poco de todo. Estamos en un mundo globalizado y cambiante por lo que aceptar lo nuevo cuanto antes y el querer saber y hacer cosas nuevas en esencial para conseguir cualquier objetivo relevante.
Quinta excusa: No es el momento
Muy ligada a la falta de tiempo, pero contiene un matiz diferente, no niega la posibilidad futura de afrontar el reto, pero sirve como excusa fácil para dilatarla en el tiempo. La espera indefinida es como hacerse trampas en el solitario. Esperar que las cosas surjan por si solas o que el tiempo las arregle. Algo que funciona en muy pocas ocasiones.
Sexta Excusa: No sirvo para esto
Es una excusa más de dialogo interno con nosotros mismos. Falta de confianza en nuestras capacidades o la consecuencia de no afrontar creencias limitantes. Puede contener una verdad, asumir que esto no es para mí, pero entonces debería ir ligada a elegir exactamente en tiempo y forma que si es para mí.
Séptima excusa: No me atrevo
Es sinónimo de miedo, denota pasividad, falta de iniciativa o planificación para ampliar la zona de costumbre. No se arriesga en abrir nuevos caminos vitales y puede hacer que nuestro recorrido termine en un callejón sin salida.
Todas estas excusas, más todas las que se te puedan ocurrir esconden en la mayoría de las ocasiones razones ocultas que no queremos o no sabemos reconocer. Estas excusas serán unas veces más racionales o emocionales y otras serán más conscientes o inconscientes.
Por ello nos puede resultar muy provechoso analizar nuestra justificación y descubrir paso a paso que es lo que realmente nos está paralizando detrás de esa excusa acerca del tiempo, del dinero, de la indecisión, de la necesidad, del momento, de la capacidad o de la valentía.
Desarmar nuestras excusas nos ofrece toda una serie de posibilidades de afrontar con mayor determinación, objetividad y eficiencia los retos a los que nos enfrentamos en nuestro día a día.
Desarmar las excusas por lo tanto es una sencilla y a la vez poderosa herramienta que nos aporta una valiosa información para nuestro desarrollo personal y profesional.
Una herramienta que nos ayuda a encontrar las razones o encontrar las excusas y, en definitiva, que nos responsabiliza a ponernos en acción o a no hacerlo dependiendo de qué valor demos a cada una de ellas.
También se puede hacer junto con este análisis la dinámica del: ¿y por qué?, esa pregunta que los niños hacen saltándose toda la lógica y que cuantas veces nos han desmontado nuestras creencias sobre un tema concreto.
Analiza y cuestiónate tus justificaciones y encontrarás la forma más rápida y sencilla de avanzar en tu camino al éxito personal y profesional.
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]]>La entrada LAS 3 PREGUNTAS QUE TODO LÍDER DEBE HACERSE se publicó primero en Clave Estrategia.
]]>Son conceptos que deberían ser sinónimos y más bien los hemos convertido en antónimos.
Hacen falta más líderes y sobran muchas personas que “jefean”.
Cuando Peter Drucker, autor del libro “El Ejecutivo Eficaz” y el considerado como padre del management o gerencia, nos decía que “Gestionar es hacer las cosas bien y liderar hacer lo correcto”, creo que daba en la clave.
La mayoría de las veces nos quedamos en la primera parte de la frase, cuando gestionamos, hacemos que las cosas salgan y hasta si nos esforzamos, hacemos que salgan bien pero, ¿implica esto que para conseguirlo siempre hacemos lo correcto?
En muchas ocasiones probablemente sí, pero la experiencia me ha enseñado que no siempre es así.
La diferencia entre el que “manda” y el que lidera probablemente esté en que, un buen líder, hace que las cosas salgan, haciendo lo que es correcto.
Si quieres saber si lideras o sólo gestionas contesta a estas tres preguntas. A las mismas, adjunto ideas sobre lo que entiendo que un líder debe ser en cada una de ellas.
Espero que te ayude a la reflexión porque, aunque pueda parecer un camino más largo, estoy segura de que te llevará más lejos.
La primera pregunta: ¿Soy Humilde?
Según la Santa Madre Teresa de Calcuta, ser humilde “consiste en callar nuestras virtudes y permitirle a los demás descubrirlas”.
Interesante punto de vista.
Un líder no tiene porqué saber de todo, pero sí tiene que tener la capacidad de rodearse de aquellas personas que sí que saben de los temas que él no alcanza. Un líder es humilde cuando una de sus virtudes es, precisamente, reconocer que no lo sabe todo y que necesita de los demás y de su conocimiento y experiencia para que le ayuden a tomar las mejores decisiones.
Coherencia es la palabra, no basta con que el líder lo diga abiertamente, hay que observarlo en sus actos, permitiendo a los demás que las descubran por ellos mismos.
Por lo tanto ser humilde es:
La segunda pregunta: ¿Soy Digno?
Según un estudio y publicación reciente en The Oxford Review: “La importancia de la dignidad en el liderazgo” (“The importance of Dignity in Leadership”; Reference: Hicks, D. (2016) A Culture of Indignity and the Failure of Leadership):
“Los líderes que no promueven la dignidad en su organización producen daños tanto en la plantilla como en la empresa. Tratar a la gente con dignidad es una de las actitudes claves del liderazgo y debe formar parte de la mentalidad del Líder.”
Para lo cual, el mismo estudio, nos dice que un líder digno es aquel que promueve:
Y la tercera pregunta que un líder debe hacerse: ¿Soy Ejemplar?
A mis alumnos les cuento una anécdota de Ghandi para debatir este concepto:
“Cuentan que una madre y su hija viajaron 2000 kms para ver a Mahatma. 2000 kms que recorrieron en más de 7 largos y calurosos días, en trenes atestados, a ratos a pie y con suerte, en otras ocasiones en burro.
Una vez llegaron donde estaba Gandhi, tuvieron que esperar un día y medio de cola para poder entrar a hablar con él.
La madre le dijo: Mahatma, quiero que usted le diga a mi hija que no coma dulces.
Gandhi miró a la madre y, tras un rato de profundo silencio, le dijo a la madre: Vuelvan dentro de 15 días.
La madre ofendida le dijo a Mahatma: Pero, ¿cómo puede ser? Sólo en ir y volver ya habrán pasado esos 15 días, por favor dígaselo ahora y nos ahorraremos de nuevo el pesaroso camino de ida y de vuelta.
Mahatma la miró con paciencia y, con una sonrisa le pidió: Por favor, vuelvan dentro de 15 días.
La madre salió y efectivamente, se marchó y volvió en el tiempo estipulado, con todo lo que ello suponía.
Cuando Gandhi vió a la madre y a la hija a los 15 días, las hizo entrar las primeras y cuando se hubieron sentado, le dijo a la hija: Mira, tienes que dejar de tomar dulces, nos son buenos para ti y preocupas a tu madre.
La niña prometió a Mahatma que así lo haría y salió de la estancia.
La madre, no pudo evitar preguntarle: Mahatma, ¿esto no se lo podía haber dicho hace 15 días?
Gandhi miró a la madre y le contestó: No, no podía, yo hace 15 días comía dulces.”
“Ser ejemplar no es una forma de influir, es la única”, nos decía Einstein.
Y según Morris West (Autor de bestseller como “Las sandalias del pescador” o “El abogado del Diablo”), “es la única lección que todos los hombres pueden leer”.
Te animo a profundizar en las respuestas a estas tres preguntas y si las cumples al 100% en todos los órdenes de tu vida, es que eres un líder.
La buena noticia es que, aunque no puedas contestar a todo que sí, siempre tienes la oportunidad de desaprender a mandar y empezar a aprender a “liderar”.
Depende de ti mismo, de que contestes con sinceridad a todo lo anterior y de que te atrevas a dar el paso.
¡Atrévete!
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